Paisaje

La obra comenzó centrada en la limpieza y la pulcritud en el trazo,

un acabado aséptico, unos difuminados limpios, un soporte clásico.

Al inicio el grafito y la tela junto con el papel eran la técnica y los soporte usados

motivado por la búsqueda de la simplicidad y austeridad, sin alardes en este aspecto y centrado en la técnica y el acabado como motor estético y el degradado como recurso resumen y encuentro de todo volumen.

En el camino del hacer, del encuentro con el público, la fuerza y sentido de la obra ha girado hacia la potencia en el trazo, a lo gestual, a la necesidad de la textura grafica como componente fundamental de la obra.

Lo que antes era una superficie lisa y limpia en una sucesión de tonos degradados que acababan fundiéndose con la tela, es ahora un cumulo de trazos, de gestos que le dan a las piezas una vitalidad y energía de la que antes carecían.

En este trabajo gestual, intuitivo en el hacer, me lleva a procesos que me recuerdan a la actividad primaria innata, al ímpetu de hacer por y para experimentar en confrontación al inicio calculado y frio.

En esta gestualidad, en este cumulo infinito de trazos, líneas, siento que se crea una superficie que invita a observar, perderse y meditar.

Esta superficie, que identifico ahora como paisajes infinitos llenos de matices, de mundos de claros y oscuros por los que viajar.

En estos espacios que se han convertido ahora los cuadros convergen intereses que sacian diferentes aspectos del yo como artista, como productor.

Un lenguaje que no trata de representar.

La obra como espacio donde estar.